Esta tarde alguien me preguntaba por sueños que no había cumplido. Le dije: Me gustaría saber volar. ¿Pilotar un avión?, me inquirió. No, como los pájaros, le respondí. Una sonora carcajada iluminó la calle.
Esta es una canción setentera del difunto Hilario Camacho, que expresa mucho mejor lo que yo quería decir.
Hace tiempo era un niño buen cazador de nubes
y es que al cielo subía por sumas de escaleras
trepando por la hierba de luz del arcoiris
o por los hilos de sol de mis cometas.
Ahora quiero volar, sé que antes del silencio,
antes del bien y el mal, del cruel y del tirano,
pasaba por el mundo sobre ángeles y cosas
un hombre libre con alas en las manos.
Ahora vuelvo a volar, tengo unas alas blancas
con que abrazar el aire, rasgar el horizonte,
llegar hasta ciudades lejanas como sueños
y enseñarles a todos que es posible la vida,
que es posible la vida, que es posible la vida,
que es posible la vida.
Suben a mi ventana gritos alucinados,
chirridos de sirenas arañándome entero
y gritos de “estás loco, volar es para pájaros”,
pero extiendo mis alas, miro hacia el cielo y salto,
miro hacia el cielo y salto, miro hacia el cielo y salto,
miro hacia el cielo y salto,
miro hacia el suelo y caigo.
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