Anoche me ocurrió un curioso suceso.
Había quedado en la boca de metro de Ibiza a las nueve y cuarto de la noche con dos personas para tomar unas cervezas y charlar un rato. Por una vez, no sé que mosca me picó, decidí – fue una decisión consciente y deliberada -intentar ser tan puntual como fuera posible. Con ese objetivo, salí de mi casa con mucha antelación y viajé por las visceras de Madrid.
Llegué media hora antes del horario acordado. Salí de la boca de metro y, obviamente, nadie me esperaba. Pensé que no era bonito quedarme como un esperante cualquiera en la embocadura, por lo que crucé y me aposté en una esquina que hay enfrente para fumarme un cigarro. Algunos pequeños grupos de jóvenes ocupaban los bancos que hay alrededor, bebiendo de sus litronas y fumando presumibles cigarritos de la risa.
Pasados unos minutos, reparé en una chica que esperaba en la boca del metro. Una chica morena, con un ceñido pantalón que realzaba su esbelta figura, fumaba tambien esperando a alguien. Miraba hacia todos lados con interés, como si no supiera donde estaba.
Con sorpresa, reparé que, en un momento que no sé definir, se fijó en mi. Y empezó a observarme. A mirarme. Mi sorpresa se convirtió en estupor cuando la ví cruzar justo por el paso de cebra que se extendía ante mis pies. Se estaba dirigiendo hacia mi.
Perdona, ¿eres Alberto?. No, no me llamo Alberto. Vale, perdona. Y volvió a cruzar, majestuosamente, el paso de cebra hacia su inicial lugar.
Realmente, me quedé bastante desubicado. ¿Por qué me preguntó si yo era Alberto?. ¿Ella no conocía a Alberto?. ¿Quién coño era Alberto?. A partir de ese momento me situé en posición de alerta. Algo estaba pasando delante de mi y no controlaba absolutamente nada.
Desde ese momento, durante unos instantes, me dediqué a observarla. Era una chica bonita. Más bonita aún porque procedía desde mi desconocimiento. Ni sabía quién era ella ni sabía quién era Alberto.
Al cabo de unos cinco minutos, volvió a cruzar. Como quiera que estaba en posición de alerta, alcancé a ver que no me conducía a nada estar blindado. Que podía dejarme resbalar un poco. Algunas veces, sentir la vida es conocer a gente que no conoces; sólo el puro placer de conocerlas.
¿De verdad que no eres Alberto?. Sonriendo le dije, desgraciadamente, no lo soy. ¿No eres Alfer73 de MSN?. Lo siento, no lo soy; yo no soy. Es que había quedado con él aquí y me dijo que vendría vestido como tú vienes vestido; creía que eras tú. De verdad, yo no soy.
En lontananza vi que una de las personas que con las que había quedado, llegaba. Lo siento, me esperan. Oye, perdona otra vez, con una sonrisa, angelical que dirían los clásicos.. Nada, nada. Me alejé de ella, dándome cuenta de que la tercera persona con la que había quedado se acercaba, sonriente, desde la izquierda.
Nos abrazamos, nos besamos; era un reencuentro. Los tres nos saludamos con calurosas palabras referidas al presente y al futuro. Sin embargo, tras andar unos metros, no pude resistir voltear la mirada atrás. Quería volver a verla.
Y sonreí. Vestido exactamente igual que yo, alguien la besaba en las dos mejillas. Alberto había llegado.
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