Cuando fue a pagar, acercándose a la barra, una sonrisa se dibujaba en su boca. Hacía unos días que se había separado y se encontraba con una chica veinte años más joven que él, tomando una copa, interpretando los rituales previos al apareamiento.
Nunca creyó que esa joven pudiera descolocarlo tanto. Trabajaba con él. Esas cosas nunca funcionan.
Aprovechó que ella había ido al baño. Se levantó del asiento imaginando los momentos posteriores. La tenía desnuda entre sus brazos. Besándola. Acariciándola.
Mecánicamente, sacó la cartera. La camarera, con gesto burocrático, le informó: No se debe nada. Su hija ha pagado ya las copas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario