domingo, 29 de abril de 2012

85.12.30

Originalísimo guión el de este corto, aunque su inserción me fastidie toda la distribución de la portada del blog. Con mis disculpas.





sábado, 28 de abril de 2012

Escribir no es fácil

Escribir no es fácil para mí. Tampoco creo que sea fácil para nadie, al menos en los estándares que a mí me gustan. Ves que, en la medida en la que escribes en el blog, la gente lo visita. Eso es un vanidoso motivo de satisfacción. Conlleva un peligro. Escribir por mantener, escribir por vanidad. Convertirlo en pura verborrea. No me atrae.

Interactuar. Tampoco me convence. Las experiencias en ese sentido no han sido nunca satisfactorias, aunque la posibilidad - no podía ser menos, todo el mundo es libre - siempre permanece abierta.

Escribir no es fácil.


lunes, 23 de abril de 2012

Batiburrillo

Este fin de semana se celebra una de las pruebas correspondientes al Campeonato del Mundo de Motociclismo en Jerez de la Frontera. Según la prensa local, la celebración de este evento deportivo dejará en la provincia de Cádiz alrededor de 22 millones de euros; 22 millones que, obviamente, irán a parar a arcas privadas (hostelería, en su mayor parte). Ahora bien, lo que nunca se dice es cuánto cuesta esta fiesta a los ciudadanos y ciudadanas.

Este coste se compone de dos partidas, grosso modo, según mi propia clasificación: un gasto tangible y un coste intangible. En el primero, podemos incluir las 1500 personas que se destinarán a la seguridad de los asistentes a las carreras de motos, seis helicópteros, 25 vehículos sanitarios, nueve unidades de cuidados intensivos, un hospital de campaña, 16 ambulancias, etc. No incluyo vehículos policiales o de la Guardia Civil, ni de las diferentes Policías Locales, entre otros muchos. Tampoco incluyo el gasto sanitario, ahora tan en boga, que hace que tengan que reservarse plazas en los hospitales para los moteros, o motards, si le doy un pincelado chic a la expresión, que se incrementen las guardias del personal sanitario, etc. Gana la privado a costa de lo público. Da cuerpo, una vez más, a la perniciosa ecuación según la cual coste público=beneficio privado. Ni que decir tiene que exigir una contraprestación a cambió de esa cuantiosa inversión pública, deviene en un ejercicio imposible.

Después está el coste intangible. Durante tres días, o alguno más, según la fecha que coincida cada año, si vives en el triángulo Cádiz - Jerez - >El Puerto, estás pero no estás; vives en tu tierra, pero eres expulsado de ella. No hay nada más lacerante que estar en un sitio sin estar, pero viviendo todo lo desagradable que ese sitio ofrece. No es tu ciudad, ni es tu entorno, aunque siempre lo habían sido. Pero estás allí. Y como estás allí te despiertas a las cinco de la mañana, bella hora para otros menesteres pero no para relacionarte por el balcón con tus cabreados vecinos, cuando el mal asemejado centauro se decide a quemar rueda debajo de tu ventana, alcanzando no sé qué número de revoluciones en su motor.

También se produce otro curioso efecto. Si a Andalucía siempre se le ha criticado el fenómeno del señorito y su caballo cartujano, en lo que rodea a esta competición deportiva se produce una mímesis similar: el varoncito (léase, el motero), con su caballo cartujano (léase, su pedazo de máquina de velocidad) se pasea con la moza en la grupa. Ello es notablemente aplaudido por las huestes que deciden contemplar tan ejemplarizante situación. Quizás, con un poco de suerte, la moza decida ponerse de pie en la moto y enseñar sus glándulas mamarias, para regocijo de los allí concentrados. Aedificatio Dei.

Es lo que hay.

La bolsa de calor


Se había fastidiado la espalda la semana anterior. Moviendo un mueble mientras instalaba un ordenador. Al atraer con fuerza la mesa hacía sí mismo, notó el pinchazo. Un pinchazo que no sabía si era óseo o muscular, pero que en cualquier caso sintió con dolor.

Al principio, como suele ocurrir, no le quiso dar mayor importancia. Pero con el paso de los días comprobó que el dolor iba aumentando; cada vez le dolía más. Comprendió que era hora de acudir a un médico que le recetara por lo menos un calmante. Así fue. Un transparente y frío gel comenzó a formar parte de sus diarias abluciones. Pero la solución que aportaba este gel no le satisfacía. Sí, le quitaba tenuamente el dolor, pero muy despacio; excesivamente despacio.

Recurrió entonces a la medicina chamánica, aderezada con un poco de urbanismo. Fue a la farmacia y preguntó por algo que diera calor. Recordaba cómo en su casa, cuando vivía con sus padres y se lesionaba jugando al fútbol, su madre le recomendaba mucho calor, siempre mucho calor.

En la farmacia compró un producto elegante, a precio de producto elegante. Una bolsa, en tela escocesa, llena de semillas. El boticario, como si de un documental de National Geographic se tratara, le explicó que si metía la bolsa en el microondas, la calentaría y debería entonces ponérsela en la espalda; ¿calor a soportar? Depende de su nivel de resistencia al calor, le dijo. También le explicó que servía para el frío. Si la metía en el frigorífico, en un rato estaría congelada. Se adapta a lo que usted necesite.

Como al día siguiente tenía que ir a trabajar, salió de la farmacia como un niño con zapatos nuevos. Estaba seguro que eso lo aliviaría y, se aseguraba, lo sanaría del todo. Llegó a su casa y sacó la bolsa. Era agradable al texto; impregnaba su nariz del olor de las semillas. La calentó en su microondas y con la misma delicadeza con la que un yonqui prepara un chute después de un mono, la aplicó sobre espalda. Así estuvo toda la noche. Como una culebra, que él convertía en boa o anaconda, la enrrollaba en su cintura sintiendo un placer que trascendía de la mera contención del dolor.

Por la mañana, tras una deliciosa noche de amor con las semillas, decidió que se la iba a llevar al trabajo. Como toda noche de amor, estuvo solícito con ellas. Cuando se enfriaban, las calentaba, en un dolorido juego de palabras. Allí, en su trabajo, podría calentar la bolsita de tela y que de nuevo amara a su castigada espalda.

Se le encendió una luz. Como tenia que coger el metro, ¿por qué no calentarla antes de salir y recatadamente llevarla puesta si conseguía un asiento?. Feliz por su idea así procedió, calentando la bolsa convenientemente y yendo raudo hacia el metro para que no se enfriara en demasía.

A la primera alcanzó un asiento. Ufano, acomodó la bolsa, que conservaba todo el calor, en su zona lumbar. De nuevo el placer, un placer casi prohibido, rodeó su cintura. Como quiera que disfrutaba con el calor, se la ajustaba una y otra vez, buscando los puntos más doloridos de su cuerpo.

Así llegó hasta la estación de Avenida de América. Se bajó del vagón portando la bolsa de tela llena de semillas como si fuera casi la muñeca de una niña de siete años. Empezó a ascender en la escalera mecánica y vió un grupo de policías que pedían la documentación a un presumible africano bastante obeso. Éste, con tranquilidad, exhibía su tarjeta de residencia.

Un movimiento reflejo le hizo ocultar con torpeza la bolsa en el bolsillo de su abrigo. Sabía que había sido un movimiento reflejo y también que había sido torpe. Aún más cuando cruzó la mirada con uno de los policías. Sin verlo, sabía que lo había visto todo.

Al llegar a la altura del grupo de policías, mientras dos de ellos seguían con el africano preguntándole no se sabe qué, el agente que con sus ojos había empujado a los suyos, se dirigió hacia él. Llevándose la mano a la frente, en posición de saludo, le dio los buenos días y le pidió la documentación. Solícito, extrajo su cartera y le mostró su documento de identidad. Su cara se mudó con una cierta estupefacción cuando el policía le preguntó que había guardado en el bolsillo de su abrigo. Le dijo que una bolsa de calor. El policía se la pidió. No comprendió cuando, con ironía, le repitió, ¿de calor?. Menos todavía cuando le preguntó qué había dentro. Semillas, balbuceó. Semillas de qué, le inquiría el policía. Semillas, de las que dan calor. Sí, de las que dan calor en el cerebro.

El policía, con una mirada, llamó a otro policía que se veía que mandaba, pues tenía más insignias. Cuando se acercó, le dijo que creía que esa bolsa iba llena de semillas de cáñamo y que la actitud era muy sospechosa. El policía que parecía que mandaba dió un par de pasos poniéndose a su lado y le dijo que quedaba detenido; que iba a ser trasladado a la comisaría para identificar qué iba en la bolsa.

Sintió como la contractura se ubicaba en su hombro derecho cuando tomó asiento en el asiento trasero del coche policial.

domingo, 22 de abril de 2012

Música


¿Qué se puede decir de la música? Nada sin incurrir en tópicos, estereotipos, reiteraciones, repeticiones. Con la música uno pasa sus mejores momentos y se refugia en ella en los peores. Determinadas melodías, cuando se reproducen, se convierten en una pastillita de la memoria, la mayoría de las veces de dulcísimo sabor. Otras veces, esa música no es una simple pastillita, sino que se convierte en toda una enciclopedia sobre un concreto momento personal.

Nada de ello es óbice para que quiera enviar a la factoría donde se fabrican a los orcos a este vecino mío que lleva desde hace tres horas interpretando - si es que convenimos utilizar este verbo - algunas repetidas piezas musicales porque, dada su edad, supongo que mañana tendrá un examen en el colegio.

sábado, 21 de abril de 2012

Glosando a Calderón

La vida es como cuando a uno lo elegían para las obras del teatro de colegio. Ea, te tocó. Tú vas a hacer de don Perlimplín. No, oiga, que yo quiero hacer de angelito. Pues no. Te tocaba don Perlimplín y te aguantabas. Así es la vida. Te toca hacer de don Perlimplín, con o sin Belisa, cuando quieres ser el angelito, don Corleone, Vicente Ferrer, Robison Crusoe, tú mismo, o alguien diferente. Te tocó y te aguantas.

domingo, 15 de abril de 2012

Otro mapa

Este es un mapa de UNICEF y muestra el crecimiento - o decrecimiento, claro - de la población urbana en el mundo, con la previsión hasta el año 2050. Como todos, tiene su gracia e interés al principio. Aunque mucho me temo que quien tenga un hijo en 2050 le tendrá que hablar del mundo rural a través de Wikipedia exclusivamente.

sábado, 14 de abril de 2012

La giganta

Cuando Natura en su inspiración pujante
Concebía cada día hijos monstruosos,
Me hubiera placido vivir cerca de una joven giganta,
Como a los pies de una reina un gato voluptuoso.

Me hubiera agradado ver su cuerpo florecer con su alma
Y crecer libremente en sus terribles juegos;
Adivinar si su corazón cobija una sombría llama
En las húmedas brumas que flotan en sus ojos;

Recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
Arrastrarme en la pendiente de sus rodillas enormes,
Y a veces, en estío, cuando los soles malsanos,

Laxa, la hacen tenderse a través de la campiña,
Dormir despreocupadamente a la sombra de sus senos,
Como una plácida aldea al pie de una montaña.


Charles Baudelaire, Las Flores del Mal, 1861

Tarde de agosto


Hacía mucho calor y había muchas moscas. Eso lo incomodaba. Su cabeza ya tenía mucha presión como para que el sol y los insectos también quisieran reirse de él. Ni una sombra en ese patio, ni una mísera corriente de aire que pudiera aliviarlo. Y es que era lo único que se le ocurría hacer; en realidad, es lo único que realmente sabía hacer. Coger el cuchillo de monte y afilar, afilar hasta el extremo cualquier rama que se pusiese a su alcance,

El calor y las moscas se habían incrementado en los últimos días. El afilar varas, también. Mientras esperaba entre temporadas de recogida, su mujer, después de quince años, aprendido de la tele, seguro, le había dicho que se separaba y se había ido a casa de su madre con el niño. Decía que la maltrataba. Hija de puta, seguro que está con otro.

Pensaba esto y sentía cómo el calor le apretaba el cuello, cómo las moscas le agredían, como si se tratara de un estudiado proceso aleatorio, con más fiereza. El cuchillo desgajaba cada vez con más fuerza una madera semiverde cuyos restos caían en el patio empedrado. Vio salir al niño al patio; la desgraciada esa, según su abogado, se había avenido a dejárselo este fin de semana. Su niño. El que tenía que ser como él, pero mejor que él.

Lo miró. No es insólito ver en la serranía gaditana a un niño rubio de ojos azules. Eso le gustaba de él. Con sus rizos rubios, sus mocos, se veía él con la edad de cinco años. El calor y las moscas lo ofuscaban. La rama iba siendo rítmicamente pulida. Lo llamó. Con ternura lo sentó en sus piernas. Acarició el trozo de barriga que se asomaba a través de su camisa abierta.

Con ese calor y esas moscas no podía vivir. Sin su niño, tampoco.

Sólo vió un brillo cegador ante sus ojos cuando le clavó el cuchillo y recorrió transversalmente, hundiéndolo, abriéndolo, su pequeño vientre. Sí recordaría siempre, hasta su muerte, las palabras que dijo: Si no eres para mí, no serás para tu madre.

miércoles, 11 de abril de 2012

Frase divertida

Esta frase, que copio tal cual, está expresada por un probo ciudadano gaditano. Dicen que todos los gaditanos (curioso, no se pregona de las gaditanas) tienen gracia, que es mejor que ser gracioso. Es una mentira estereotipo, claro; no es verdad.

Bueno, la frase en cuestión. Versa, cómo no, sobre el paro en la provincia. Por cierto, el Novo es una síntesis de Novo Sancti Petri, que es un lugar residencial hostelero por antonomasia:

Sólo nos va a quedar aprender alemán para servir cubatas en los hoteles del Novo. Voy a ir probando: ¡Sí Buana! ¡Lo que usted diga buana!


lunes, 9 de abril de 2012

Una batallita

Al hilo del poema que acabo de colgar, he recordado una vez más a mi padre. Mi padre nació en 1923 y lleva ya muerto unos cuantos años. Habiendo nacido en 1923, quiere decir que cuando empezó la guerra (in)civil en España, él tenía 13 años. Un niño.

Tuvo la suerte o la desgracia de haber nacido y vivir en un pueblo extremeño - exactamente, un pequeño pueblo - en el que gobernaba el Frente Popular. A ello se unían sus propias circunstancias familiares y personales, que ahora no voy a contar.

La represión en esa zona fue especialmente cruel. No dura: fue extremadamente cruel y sanguinaria. Mi padre contaba muchas escenas de esos años. Por ejemplo, cuando su madre, mi abuela, tenía que subir a la azotea de la casa, noche sí, noche no, con sábanas blancas para que los bombardeos no los alcanzaran. Ni siquiera tengo claro quién bombardeaba a quién, sinceramente.

Pero de las muchas pesadillas que tuvo la desgracia de vivir en el mundo real y no onírico, me quedo con dos que lo hacían llorar. Literalmente: lloraba cuando las contaba. Una de ellas fue ver como al alcalde de su pueblo, después de fusilarlo en la plaza principal, lo ataron a un caballo y lo arrastraron por todas las calles, mientras los llamados nacionales disparaban y vitoreaban con alegría. Algún día estaré en disposición de contar quién era el alcalde.

La otra fue un suceso que lo anduvo machacando toda su vida. En esa época, con 13 años, como ocurre en países cercanos a España actualmente, se era ya un hombrecito. Eso significaba, al menos en su caso, que para ir a comprar pan debía hacer sesenta kilómetros en bicicleta. En otras ocasiones, la distancia se disparaba - vaya verbo se me ha ocurrido, caramba - hasta los cien kilómetros. Todo dependía de la guerra.

Una de las veces tuvo que ir a Badajoz. Era un niño... Y picado por la curiosidad, por los comentarios que hacía la gente, se acercó a la plaza de toros de la extremeña capital. Siempre tuvo pesadillas y se despertaba - y así fue hasta que murió - recordando cómo toreaban y banderilleaban a los presos hasta su muerte; cómo su sangre enrojecia el albero de esa plaza de toros entre las carcajadas y aplausos de los matarifes.

Arenga

Cuando estamos donde estamos; cuando estamos como estamos; cuando oímos lo que dicen; cuando vemos lo que hacen; cuando callamos lo que queremos decir.

Los libertadores



Aquí viene el árbol, el árbol
de la tormenta, el árbol del pueblo.
De la tierra suben sus héroes
como las hojas por la savia,
y el viento estrella los follajes
de muchedumbre rumorosa,
hasta que cae la semilla
del pan otra vez a la tierra.

Aquí viene el árbol, el árbol
nutrido por muertos desnudos,
muertos azotados y heridos,
muertos de rostros imposibles,
empalados sobre una lanza,
desmenuzados en la hoguera,
decapitados por el hacha,
descuartizados a caballo,
crucificados en la iglesia.

Aquí viene el árbol, el árbol
cuyas raíces están vivas,
sacó salitre del martirio,
sus raíces comieron sangre
y extrajo lágrimas del suelo:
las elevó por sus ramajes,
las repartió en su arquitectura.
Fueron flores invisibles,
a veces, flores enterradas,
otras veces iluminaron
sus pétalos, como planetas.

Y el hombre recogió en las ramas
las caracolas endurecidas,
las entregó de mano en mano
como magnolias o granadas
y de pronto, abrieron la tierra,
crecieron hasta las estrellas.

Éste es el árbol de los libres.
El árbol tierra, el árbol nube,
el árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
de nuestra época nocturna,
pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.

Otras veces, de nuevo caen
las ramas rotas por la cólera
y una ceniza amenazante
cubre su antigua majestad:
así pasó desde otros tiempos,
así salió de la agonía
hasta que una mano secreta,
unos brazos innumerables,
el pueblo, guardó los fragmentos,
escondió troncos invariables,
y sus labios eran las hojas
del inmenso árbol repartido,
diseminado en todas partes,
caminando con sus raíces.
Éste es el árbol, el árbol
del pueblo, de todos los pueblos
de la libertad, de la lucha.

Asómate a su cabellera:
toca sus rayos renovados:
hunde la mano en las usinas
donde su fruto palpitante
propaga su luz cada día.
Levanta esta tierra en tus manos,
participa de este esplendor,
toma tu pan y tu manzana,
tu corazón y tu caballo
y monta guardia en la frontera,
en el límite de sus hojas.

Defiende el fin de sus corolas,
comparte las noches hostiles,
vigila el ciclo de la aurora,
respira la altura estrellada,
sosteniendo el árbol, el árbol
que crece en medio de la tierra.

Pablo Neruda

domingo, 8 de abril de 2012

Ningún lugar

Nenhum lugar es tao distante

Que eu nao possa chegar

Nem mesmo mar e o bastante

Para me impedir de te rever, de te encontrar

Nem mesmo o mar

Quando eu te vi de passagem

Um dia longe daqui

Congelei tua imagem

Nao esquecí, nao esquecí

Como sentir saudade

De alguem que mal conheci

Foi verdade ou ilusao

O que sentí, o que vivi

Parte de mim, nao quer acreditar

Outra me diz, nao ha o que te mer

E tao pequeno o mar

E tao pequeno o mar



Ningún lugar es tan distante

Que yo no pueda llegar

Ni el mismo mar es bastante

Para impedirme volverte a ver, a encontrarte

Ni el mismo mar

Cuando te vi de pasada

Un día lejos de aquí

Congelé tu imagen

No olvidé, no la olvidé.

Cómo sentir melancolía

De alguien a quien mal conocí

Fue verdad o ilusión

Lo que sentí, lo que viví

Parte de mi, no quiere creer

Otra me dice, no hay que temer

Es tan pequeño el mar.

Es tan pequeño el mar.


(Trad. VV10)

Nenhum lugar by Márcio Faraco on Grooveshark

Una lágrima

No hay nada más triste en esta vida que sentir que una lágrima resbala por tu mejilla.

Gaivota (Gaviota)

Fado versionado por todo aquél y aquélla que dice que sabe cantar en portugués. Eso no quita para que tenga una letra muy romántica y que haya fantásticas versiones.

Se uma gaivota viesse
Trazer-me o céu de Lisboa
No desenho que fizesse

Nesse céu onde o olhar
É uma asa que não voa
Esmorece e cai no mar

Que perfeito coração
No meu peito bateria
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde cabia
Perfeito o meu coração

Se um português marinheiro
Dos sete mares andarilho
Fosse quem sabe o primeiro

A contar-me o que inventasse
Se um olhar de novo brilho
Ao meu olhar se enlaçasse

Que perfeito coração
No meu peito bateria
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde cabia
Perfeito o meu coração

Se ao dizer adeus à vida
As aves todas do céu
Me dessem na despedida

O teu olhar derradeiro
Esse olhar que era só teu
Amor que foste o primeiro

Que perfeito coração
Morreria no meu peito
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde perfeito
Bateu o meu coração

Meu amor
Na tua mão
Nessa mão onde perfeito
Bateu o meu coração


Si una gaviota viniera

A traerme el cielo de Lisboa

No deseo que lo hiciese

En ese cielo donde la mirada

Es un ala que no vuela

Se desvanece y cae en el mar

Qué perfecto corazón

En mi pecho latería

Mi amor en tu mano

En esa mano donde cabía

Perfecto mi corazón

Si un marinero portugués

De los siete mares navegante

Fuese, quién sabe, el primero

En contarme lo que inventó

Si una mirada de nuevo brillo

A mi mirada enlazase

Qué perfecto corazón

En mi pecho latería

Mi amor en tu mano

En esa mano donde cabía

Perfecto mi corazón

Si al decir adiós a la vida

Todas las aves del cielo

Me dieran su despedida

Tu mirada postrera

Esa mirada que sólo era tuya

Amor que fuiste el primero

Qué perfecto corazón

Moriría en mi pecho

Mi amor en tu mano

En esa mano donde perfecto

Latió mi corazón

Mi amor

En tu mano

En esa mano donde perfecto

Latió mi corazón

(Traducc. VV10)


Gaivota by Amália Rodrigues on Grooveshark

Gaivota by Carlos do Carmo on Grooveshark

sábado, 7 de abril de 2012

Toda una declaración de intenciones

Hoy se publican en todos los medios de comunicación españoles unas declaraciones del ministro De Guindos a un periódico alemán en el que anuncia que las próximas reformas, léase recortes, se producirán en Sanidad y en Educación.

No voy a comentar estas declaraciones aquí, aunque daría para mucho. El lugar en el que se hacen, su propio contenido, lo que dijeron que no harían, lo que se viene encima...

Únicamente me quiero referir a una frase pronunciada por el ministro, al menos en la versión española. Ignoro si se trata de una traducción del alemán, hecha a partir de unas declaraciones en alemán. También ignoro si De Guindos sabe o no alemán.

La frase es la siguiente: Los más débiles, desaparecerán (Cuarto párrafo en la noticia). Es cierto, para no hacerme trampas en el solitario, que el ex Lehman Brothers se refería a los bancos. Pero también es cierto que, a la postre, es la finalidad última de las políticas que se vienen instaurando en Europa. Y que si los bancos, niñas de sus ojos, deben desaparecer si son débiles, ¿qué habrá de ocurrirles a los que no somos bancos, sino personas?

Semper fidelis

Estaba con su amigo en nuestra casa. La verdad es que no me importa. Que haga lo que quiera. Simplemente, exijo un poco de colaboración. Ella quiere estar con su amigo; me parece bien. Pero que tenga en cuenta que en tanto todos estamos aquí, lo único que hacemos es generar una atmósfera irrespirable.

Por eso doy un paso al frente. Se convierte en divertida la no escena que contemplo. No están. No los veo. Están en la terraza, quizás fumando un cigarro. Quizás. No sé si podré mantener mi paso al frente; creo que sí.

Voy a llevarme a los niños abajo. La correspondencia no podía ser otra. ¿Te basta con una hora, o dos?. Mejor dos, dijo.

Volví. Los niños ya estaban cansados. Un embriagante olor a lavanda, un gruyere olor a limpio vectorizado a través dos sonrisas, envolvía la casa.

Más Bicentenario

Mañana se llevará a cabo en Cádiz uno de los grandes eventos de la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 (La Pepa): La celebración de una procesión magna, con dieciocho pasos cofradieros. Ahí es nada; dieciocho. Capillitas del mundo, uníos, que pregonaba el difunto Pepito Antonio.

Vaya conmemoración. Las copas y vasos de mañana no se llenarán con caldos de esta tierra o con la más moderna cerveza, no; se llenarán con las lágrimas de los capillitas que llegados de todo el orbe de la España profunda, y seguro que también del profundo extranjero, vendrán a rendir pleitesía a unos ídolos descarnadamente materiales.

Pues eso. Que se trata de la Constitución. De cualquier Constitución mínimamente nacida de quienes se aplica. No como el Codex Iuris Canonici.

Vaya manera de celebrar una Constitución. Parafraseando al que fue rector de la Congregación para la Doctrina de la Santa Fe, analfabetismo constitucional.

viernes, 6 de abril de 2012

Analfabetismo religioso

El Papa denuncia el analfabetismo religioso que existe en la sociedad. Esta noticia, sin más, no merecería ningún comentario al respecto. Cada uno defiende su jornal como tiene por conveniente. Y tratándose de SuSan es lógico que acuda a esos conceptos engolados como analfabetismo religioso.

Parece olvidar el Pontifex Maximus que precisamente la religión que dice representar se basa en eso, en el analfabetismo religioso. ¿Qué si no es la fe que debes tener para ser católico?

Como dirían en mi tierra, y es una frase antológica, menos papa y un poquito más de choco.

miércoles, 4 de abril de 2012

Vivir sin estrellas

Una de las cosas que más me llama la atención en Madrid es que se vive sin estrellas. Para mí, la bóveda celeste (cursi eufemismo para referirme a las estrellas) siempre ha sido un elemento importante a la hora de pensar, de alegrarme, de enfadarme, de llorar. Eso en Madrid no es posible.

Yo recuerdo en mi infancia cuando aún no había alumbrado público en la calle en la que vivía. En las noches de verano, tanto la luna como las estrellas, eran nuestras particulares farolas, lo que ciertamente, te daba algunas opciones más cuando jugabas al esconder o a guardias y ladrones (poliladro, que se dice ahora de manera sincopada por estas tierras). Ni que decir tiene, que las noches de invierno, esa luna y esas estrellas, más que en farolas, se convertían en linternas que te permitían seguir el camino, tanto físico como mental, que pudieras estar recorriendo.

La cercanía del mar, las noches pasadas en la costa, también dan una dimensión especial a las estrellas. Podría poner el ejemplo, vivido en muchas ocasiones, de ver las lágrimas de San Lorenzo en la orilla de la playa o también el de ver la luna que en el mar riela, como dice el famoso poema.

El otro día, mientras viajaba en tren, entablé una amena conversación con mi compañera de asiento. Era una chica joven que se desplazaba desde Madrid a un pueblo del litoral gaditano a ver a su chico y pasar estos días de asueto. Se la veía completamente enamorada; por eso creo que estuvo ligando conmigo, aunque parezca antitético.

Su novio es de un pequeño pueblo costero y su familia, de origen marinero. Entre sonrisas, con la gracia del que cuenta algo que no sabe que es una tremenda revelación personal, me contó lo que le sucedió a ese chico el día que fue a verla por vez primera a Madrid. Aquí no hay estrellas... ¿cómo podéis vivir vosotros sin ver las estrellas?

lunes, 2 de abril de 2012

Calles

Ruas molhadas, ruas da flor lilás
Ruas de um anarquista noturno
Ruas do Armando, ruas do Quintana
Nunca mais, nunca mais

Vitor Ramil