lunes, 30 de abril de 2012
domingo, 29 de abril de 2012
85.12.30
sábado, 28 de abril de 2012
Escribir no es fácil
lunes, 23 de abril de 2012
Batiburrillo
La bolsa de calor
domingo, 22 de abril de 2012
Música
sábado, 21 de abril de 2012
Glosando a Calderón
domingo, 15 de abril de 2012
Otro mapa
sábado, 14 de abril de 2012
La giganta
Concebía cada día hijos monstruosos,
Me hubiera placido vivir cerca de una joven giganta,
Como a los pies de una reina un gato voluptuoso.
Me hubiera agradado ver su cuerpo florecer con su alma
Y crecer libremente en sus terribles juegos;
Adivinar si su corazón cobija una sombría llama
En las húmedas brumas que flotan en sus ojos;
Recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
Arrastrarme en la pendiente de sus rodillas enormes,
Y a veces, en estío, cuando los soles malsanos,
Laxa, la hacen tenderse a través de la campiña,
Dormir despreocupadamente a la sombra de sus senos,
Como una plácida aldea al pie de una montaña.
Charles Baudelaire, Las Flores del Mal, 1861
Tarde de agosto
miércoles, 11 de abril de 2012
Frase divertida
lunes, 9 de abril de 2012
Una batallita
Tuvo la suerte o la desgracia de haber nacido y vivir en un pueblo extremeño - exactamente, un pequeño pueblo - en el que gobernaba el Frente Popular. A ello se unían sus propias circunstancias familiares y personales, que ahora no voy a contar.
La represión en esa zona fue especialmente cruel. No dura: fue extremadamente cruel y sanguinaria. Mi padre contaba muchas escenas de esos años. Por ejemplo, cuando su madre, mi abuela, tenía que subir a la azotea de la casa, noche sí, noche no, con sábanas blancas para que los bombardeos no los alcanzaran. Ni siquiera tengo claro quién bombardeaba a quién, sinceramente.
Pero de las muchas pesadillas que tuvo la desgracia de vivir en el mundo real y no onírico, me quedo con dos que lo hacían llorar. Literalmente: lloraba cuando las contaba. Una de ellas fue ver como al alcalde de su pueblo, después de fusilarlo en la plaza principal, lo ataron a un caballo y lo arrastraron por todas las calles, mientras los llamados nacionales disparaban y vitoreaban con alegría. Algún día estaré en disposición de contar quién era el alcalde.
La otra fue un suceso que lo anduvo machacando toda su vida. En esa época, con 13 años, como ocurre en países cercanos a España actualmente, se era ya un hombrecito. Eso significaba, al menos en su caso, que para ir a comprar pan debía hacer sesenta kilómetros en bicicleta. En otras ocasiones, la distancia se disparaba - vaya verbo se me ha ocurrido, caramba - hasta los cien kilómetros. Todo dependía de la guerra.
Una de las veces tuvo que ir a Badajoz. Era un niño... Y picado por la curiosidad, por los comentarios que hacía la gente, se acercó a la plaza de toros de la extremeña capital. Siempre tuvo pesadillas y se despertaba - y así fue hasta que murió - recordando cómo toreaban y banderilleaban a los presos hasta su muerte; cómo su sangre enrojecia el albero de esa plaza de toros entre las carcajadas y aplausos de los matarifes.
Arenga
Los libertadores
Aquí viene el árbol, el árbol
de la tormenta, el árbol del pueblo.
De la tierra suben sus héroes
como las hojas por la savia,
y el viento estrella los follajes
de muchedumbre rumorosa,
hasta que cae la semilla
del pan otra vez a la tierra.
Aquí viene el árbol, el árbol
nutrido por muertos desnudos,
muertos azotados y heridos,
muertos de rostros imposibles,
empalados sobre una lanza,
desmenuzados en la hoguera,
decapitados por el hacha,
descuartizados a caballo,
crucificados en la iglesia.
Aquí viene el árbol, el árbol
cuyas raíces están vivas,
sacó salitre del martirio,
sus raíces comieron sangre
y extrajo lágrimas del suelo:
las elevó por sus ramajes,
las repartió en su arquitectura.
Fueron flores invisibles,
a veces, flores enterradas,
otras veces iluminaron
sus pétalos, como planetas.
Y el hombre recogió en las ramas
las caracolas endurecidas,
las entregó de mano en mano
como magnolias o granadas
y de pronto, abrieron la tierra,
crecieron hasta las estrellas.
Éste es el árbol de los libres.
El árbol tierra, el árbol nube,
el árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
de nuestra época nocturna,
pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.
Otras veces, de nuevo caen
las ramas rotas por la cólera
y una ceniza amenazante
cubre su antigua majestad:
así pasó desde otros tiempos,
así salió de la agonía
hasta que una mano secreta,
unos brazos innumerables,
el pueblo, guardó los fragmentos,
escondió troncos invariables,
y sus labios eran las hojas
del inmenso árbol repartido,
diseminado en todas partes,
caminando con sus raíces.
Éste es el árbol, el árbol
del pueblo, de todos los pueblos
de la libertad, de la lucha.
Asómate a su cabellera:
toca sus rayos renovados:
hunde la mano en las usinas
donde su fruto palpitante
propaga su luz cada día.
Levanta esta tierra en tus manos,
participa de este esplendor,
toma tu pan y tu manzana,
tu corazón y tu caballo
y monta guardia en la frontera,
en el límite de sus hojas.
Defiende el fin de sus corolas,
comparte las noches hostiles,
vigila el ciclo de la aurora,
respira la altura estrellada,
sosteniendo el árbol, el árbol
que crece en medio de la tierra.
domingo, 8 de abril de 2012
Ningún lugar
Nenhum lugar es tao distante
Que eu nao possa chegar
Nem mesmo mar e o bastante
Para me impedir de te rever, de te encontrar
Nem mesmo o mar
Quando eu te vi de passagem
Um dia longe daqui
Congelei tua imagem
Nao esquecí, nao esquecí
Como sentir saudade
De alguem que mal conheci
Foi verdade ou ilusao
O que sentí, o que vivi
Parte de mim, nao quer acreditar
Outra me diz, nao ha o que te mer
E tao pequeno o mar
E tao pequeno o mar
Ningún lugar es tan distante
Que yo no pueda llegar
Ni el mismo mar es bastante
Para impedirme volverte a ver, a encontrarte
Ni el mismo mar
Cuando te vi de pasada
Un día lejos de aquí
Congelé tu imagen
No olvidé, no la olvidé.
Cómo sentir melancolía
De alguien a quien mal conocí
Fue verdad o ilusión
Lo que sentí, lo que viví
Parte de mi, no quiere creer
Otra me dice, no hay que temer
Es tan pequeño el mar.
Es tan pequeño el mar.
(Trad. VV10)
Una lágrima
Gaivota (Gaviota)
Se uma gaivota viesse
Trazer-me o céu de Lisboa
No desenho que fizesse
Nesse céu onde o olhar
É uma asa que não voa
Esmorece e cai no mar
Que perfeito coração
No meu peito bateria
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde cabia
Perfeito o meu coração
Se um português marinheiro
Dos sete mares andarilho
Fosse quem sabe o primeiro
A contar-me o que inventasse
Se um olhar de novo brilho
Ao meu olhar se enlaçasse
Que perfeito coração
No meu peito bateria
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde cabia
Perfeito o meu coração
Se ao dizer adeus à vida
As aves todas do céu
Me dessem na despedida
O teu olhar derradeiro
Esse olhar que era só teu
Amor que foste o primeiro
Que perfeito coração
Morreria no meu peito
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde perfeito
Bateu o meu coração
Meu amor
Na tua mão
Nessa mão onde perfeito
Bateu o meu coração
Si una gaviota viniera
A traerme el cielo de Lisboa
No deseo que lo hiciese
En ese cielo donde la mirada
Es un ala que no vuela
Se desvanece y cae en el mar
Qué perfecto corazón
En mi pecho latería
Mi amor en tu mano
En esa mano donde cabía
Perfecto mi corazón
Si un marinero portugués
De los siete mares navegante
Fuese, quién sabe, el primero
En contarme lo que inventó
Si una mirada de nuevo brillo
A mi mirada enlazase
Qué perfecto corazón
En mi pecho latería
Mi amor en tu mano
En esa mano donde cabía
Perfecto mi corazón
Si al decir adiós a la vida
Todas las aves del cielo
Me dieran su despedida
Tu mirada postrera
Esa mirada que sólo era tuya
Amor que fuiste el primero
Qué perfecto corazón
Moriría en mi pecho
Mi amor en tu mano
En esa mano donde perfecto
Latió mi corazón
Mi amor
En tu mano
En esa mano donde perfecto
Latió mi corazón
sábado, 7 de abril de 2012
Toda una declaración de intenciones
Semper fidelis
Estaba con su amigo en nuestra casa. La verdad es que no me importa. Que haga lo que quiera. Simplemente, exijo un poco de colaboración. Ella quiere estar con su amigo; me parece bien. Pero que tenga en cuenta que en tanto todos estamos aquí, lo único que hacemos es generar una atmósfera irrespirable.
Por eso doy un paso al frente. Se convierte en divertida la no escena que contemplo. No están. No los veo. Están en la terraza, quizás fumando un cigarro. Quizás. No sé si podré mantener mi paso al frente; creo que sí.
Voy a llevarme a los niños abajo. La correspondencia no podía ser otra. ¿Te basta con una hora, o dos?. Mejor dos, dijo.
Volví. Los niños ya estaban cansados. Un embriagante olor a lavanda, un gruyere olor a limpio vectorizado a través dos sonrisas, envolvía la casa.
Más Bicentenario
Mañana se llevará a cabo en Cádiz uno de los grandes eventos de la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 (La Pepa): La celebración de una procesión magna, con dieciocho pasos cofradieros. Ahí es nada; dieciocho. Capillitas del mundo, uníos, que pregonaba el difunto Pepito Antonio.
Vaya conmemoración. Las copas y vasos de mañana no se llenarán con caldos de esta tierra o con la más moderna cerveza, no; se llenarán con las lágrimas de los capillitas que llegados de todo el orbe de la España profunda, y seguro que también del profundo extranjero, vendrán a rendir pleitesía a unos ídolos descarnadamente materiales.
Pues eso. Que se trata de la Constitución. De cualquier Constitución mínimamente nacida de quienes se aplica. No como el Codex Iuris Canonici.
Vaya manera de celebrar una Constitución. Parafraseando al que fue rector de la Congregación para la Doctrina de la Santa Fe, analfabetismo constitucional.