lunes, 21 de mayo de 2012

Antología de poemas osculares

He decidido abrir una especie de sección en este blog dedicada a poemas sobre ósculos (sobre besos, para no quedar demasiado pedante). Me gustan los besos (como a cualquiera, supongo, siempre que vengan de la persona debida, claro)

Sin que sirva de precedente, pero en aras de la interactuación a la que alguna vez me he referido por aquí, si alguien conoce alguno que crea que merece la pena, está invitado a hacerlo llegar por la vía que estime más oportuna.

Si bien en el blog ya hay uno realmente bueno en mi opinión (Maestro de amor, de Joan Salvat-Pappaseit), sí me gustaría empezar esta antología con este de Pedro Salinas:

Ayer te besé en los labios...

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada ya,
para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no...
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.

(La voz a ti debida, 1933)

3 comentarios:

  1. Buenas tardes a los lectores.
    Aunque no conozco al bloguero, no puedo resistir el aceptar la invitación que hace y remito este poema que, evidentemente, aunque no pueda superar el expuesto, sí es un magnífico ejemplo de poesía "erótica" de este autor.
    Un saludo,
    Aracne.

    Noticia del beso, de José Luis Cano.

    Nace el beso en la sangre y su fuego madura
    como el fruto de un árbol a la luz de la tarde.
    Ebrias alas secretas van naciendo a su paso
    y dorando los labios que esperan entreabiertos.

    Gime la flor del beso antes de abrir su rosa,
    y sus pétalos arden melancólicamente
    mientras sube un rumor por la delgada sangre
    y se detiene al borde de la boca hechizada.

    Ya los ojos no ven. Mientras escapa el mundo
    sólo el fruto del beso hunde su quemadura
    en el dorado éxtasis, y el nácar de unos labios
    dulcemente crepita en su abrasada llama.

    Un brillo nuevo nace de la boca entreabierta,
    mientras redonda estalla la granada del beso,
    y el dulce labio herido, ardiente ola ceñida,
    su lentísima espuma destila prisionero.

    No tiene edad el beso, pero su fruto muere
    cuando su llama de oro se deshace en los labios,
    cuando despierta el párpado de su ebriedad callada y el corazón se oculta para sorber su dicha.

    Mas no muere su luz, su ardentísimo pozo
    puro como la nieve, hondo como el silencio.
    No muere lo que llega al fondo de la sangre
    donde el beso dejó un reguero de cielo.

    Nota: Considerado como uno de los mejores comocedores de la Generación del 36. Fue amigo de Luis Cernuda, de Pabo Neruda y de Vicente Aleixandre. Fue biógrafo de Federico García Lorca y de Antonio Machado.

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  2. Gracias por la aportación, Aracne. Y bienvenid@.

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