Veía el telediario antes de que el Messías salga a correr detrás de un trozo de cuero (bueno, de cuero no es ya; es un material de esos de la guerra de las galaxias) - bueno, no veía; escribía y lo oía- cuando una frase llamó mi atención.
Una señora, no recuerdo a santo de qué, decía con circunspecto gesto: Detrás de todo hombre hay una gran mujer.
Vale. En un país en el que existe una evidente diversidad en materia de matrimonios que hay que celebrar, la frase resulta absolutamente incompleta: puede haber una gran mujer u otro hombre, claro, y viceversa.
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